HÁBITOS Y VALORES


La sociedad ha sufrido amplias transformaciones en los últimos años, que si bien han aportado cambios altamente positivos hacia una mejoría de las condiciones de vida, han acarreado algunos problemas accesorios y conllevado otros que generan gran preocupación.

Estas realidades modifican de manera sustancial los conceptos que en los últimos años se venían sosteniendo sobre los cometidos y estrategias a trabajar desde la educación para la vida y orientan en nuevos contenidos que se deben de realizar. En el momento actual y a tenor de las nuevas realidades parece más conveniente que se planteen las actuaciones con el objetivo de educarles en las adecuadas capacidades de afrontamiento de las situaciones vitales con las que inevitablemente se van a encontrar, en la promoción de sus competencias de forma que vayan adoptando las actitudes y desarrollando un estilo de vida saludable y no consumista.

En la búsqueda de nuevas estrategias metodológicas aparece el teatro. El teatro es un excelente recurso pedagógico. El teatro como género, es decir, la dramática, abarca mucho más que la representación de una obra de teatro y proporciona una multitud de recursos que cualquier educador (desde lo formal o lo no formal) puede utilizar y de los que cualquier niño o joven puede aprender, sin la necesidad de un talento artístico especial, ni por parte del educador ni del alumno. Fundamentalmente el teatro nos ayuda a ponernos en el lugar de otro, a entender sus pensamientos, sentimientos y conductas, proyectarnos en la otra persona y entenderla nos lleva a analizar las circunstancias por las cuales un individuo es quien es, a entender sus virtudes y defectos y finalmente a aceptarlos y a respetarlos.

En especial, y en referencia a este proyecto, el teatro nos permite presentar situaciones vivenciadas como importantes y reflexionar sobre ellas llegando a tomar decisiones de comportamientos consecuentes, que se puedan representar de manera teatral. Es por ello que un instrumento o recurso pedagógico ayuda al desarrollo personal. Presenta una fuente de recursos que ayudan al espectador a defenderse y a desarrollarse emocional, física, intelectual, imaginativa y socialmente. Los problemas sociales pueden ser abordados a través del proceso artístico dramático, aportando un marco neutral, inofensivo y carente de prejuicios.

Igualmente el alumno o alumna partícipe de un proyecto de teatro con repercusión social obtiene unos beneficios terapéuticos. Este trabajo de colaboración no solo proporciona un aprendizaje a aquellos jóvenes involucrados en el proceso creativo, sino también a aquellos que asistan como público a la puesta en escena final, a la comunidad en general, significando de manera especial los agentes socializadores básicos, los padres y madres. Este tipo de proceso artístico puede tratar sobre situaciones sociales actuales cercanas a los jóvenes, sobre las que pueden existir tabúes, injusticias o malentendidos y que en muchas ocasiones suponen un obstáculo para su educación en otro tipo de materias. El marco creativo facilita la comunicación y la expresión libre de opiniones, y la representación pública final aporta una satisfacción propia contribuyendo a la educación de la comunidad.